Hermano Miguel


Después de preparar su clase, el Hermano Miguel se entrega al estudio de la Lengua Española. Lee todo lo que sobre ella se publica; reflexiona, estudia desde todos los ángulos y contempla su enfoque científico. Tanto, que pronto se convertirá en una autoridad dentro y fuera del país. A él se debe la elaboración del "Reglamento de las Escuelas Cristianas", que tiene un clamoroso éxito y el gobierno lo impone en todas las escuelas primarias del país. Al darse cuenta el Hermano Miguel que no existen medios apropiados para que los niños aprendan con facilidad a leer y escribir el idioma castellano, elabora su famosa "gramatiquilla", como la llamará él. En realidad su elaboración resultó ser una obra didáctica de enorme valor que se impondrá en todas las escuelas primarias del Ecuador primero, y muy pronto, en las naciones vecinas.

El Hermano Miguel sabía que los niños serían buenos ciudadanos y grandes cristianos si sus maestros se empeñaban en educarlos. Todos se sorprendían al darse cuenta de cómo un educador y científico de la Lengua, con todo lo que ello le trajo de honores y dignidad, haya sabido estar al mismo tiempo a la "altura" de los más pequeños, de los desheredados y verdaderamente pobres. Siempre al mismo nivel de esos "caballeritos", como él les llamaba.

Se decía del Hermano Miguel que nadie como él llegó a poseer los secretos de la Lengua Castellana. Sus versos eran musicales, sus estrofas cantaban por sí solas y son notables por su ritmo y naturalidad. En sus cánticos brilla el poeta de ingenio y gusto depurado. Todo eso, sin descuidar el verdadero motivo de su vida en este mundo: hacer que todos los niños del Ecuador conozcan y amen a Cristo. Acostumbraba decir con frecuencia a los Hermanos: "Si nuestros muchachos salen de la escuela sin convicciones, sin principios, sin fe arraigada y clara y sólo con sentimientos religiosos, no resistirán". La misma claridad que pedía para sus clases de gramática, la exigía para sus clases de religión. Precisión total, inteligencia clara. Esto se comprueba con el precioso regalo que se escucha de boca del Sr. Arzobispo en un torneo público de religión: "Han contestado como pequeños teólogos".

La lista completa de sus obras abarca la gramática en cuatro cursos, una serie de libros de lectura, textos ascéticos del Instituto, tratados fundamentales de dogma y moral, la vida del Señor, tomos de poesía y muchos artículos escritos en prosa. En el año de l892, el Hermano Miguel tiene el honor de ser nombrado académico de la Lengua Ecuatoriana, correspondiente a la Real Española. Esta distinción no cambia el carácter sencillo de aquel hombre dedicado a la enseñanza católica.

En el año de Gracia de l900 es canonizado San Juan Bautista de La Salle. Por tal motivo, el Hermano Miguel hizo todo lo que pudo para rendirle tributo en la Catedral de Quito, Ecuador. Los fieles de entonces, cuando presenciaron la procesión que acompañaba triunfalmente la reliquia del Santo Fundador por las calles de Quito, al contemplar al Hermano Miguel en la devota ceremonia, dijeron en voz alta: "Ahí va el otro santo".

En marzo de l907, los superiores deciden llevarse a Francia al Hermano Miguel. La estancia del religioso en la "Rue de Sévres", puede sintetizarse en: trabajo sin tregua, espíritu excepcional de observación y piedad de ángel. "Le veíamos rezar en todas partes: en la capilla absorto en Dios; en los pasillos, en su celda y en muchos otros sitios orando de rodillas".

El l5 de julio de l907, los Hermanos superiores se muestran preocupados ante la presencia de un segundo ataque de paludismo que debilitó peligrosamente la salud del Hermano Miguel. En esas fechas recibe tres cartas del Ecuador. Son de tres antiguos alumnos suyos que van a ser consagrados obispos. Les contesta de inmediato, comentándoles lo mucho que le agradaría estar a su lado ese día, pero habrá de rezar para que el Señor continúe enviando vocaciones religiosas al Ecuador que tanto las necesita.

Al año siguiente, el Hermano Miguel se maravilla ante la observación de la primavera: "Qué grande es Dios en todas sus obras... A la vista, al alcance de la mano, los campos, los árboles, tejados, todo blanco de nieve... y ahora voy pasmado a la vista de una resurrección: campos, árboles y ejércitos de alados cantores, todo me hechiza. Hay que verlo y oír todo esto para hacerse idea cabal de los esplendores de esta primavera. Loado sea el Señor".

Una nota escrita por el Hermano Miguel a finales de enero de l9l0 decía así: "No juzgar ni a Superiores ni a Hermanos; no preferir a nadie; obrar en todo por la gloria de Dios y con espíritu de apostolado".

El Hermano Miguel nunca tuvo salud robusta. Era de constitución más bien enclenque. Pero siempre se había defendido o había sabido disimular sus achaques. Por eso no le dio mayor importancia a un vulgar resfriado que le aquejó en los últimos días de enero de l9l0. El dos de febrero, en la oración de la mañana, siente un acceso fuerte de fiebre. El médico diagnostica una bronquitis y después surge la tan temida pulmonía. Cuando sus superiores le comentan la gravedad de su caso, él les contesta: "Si hay peligro, denme cuanto antes los Santos Sacramentos, y que los aspirantes recen para que me ayuden todos a dar gracias a Dios".

A las ocho de la noche, mientras los aspirantes rezan el rosario con la devoción de las grandes ocasiones, el Hermano Miguel recibe al Señor en viático y los Santos Óleos. Antes de comulgar exclamó: "Pido perdón a los Hermanos Superiores por todas mis desobediencias; a los Hermanos, por mis malos ejemplos y molestias; a los aspirantes, por haber sido tan poco vigilante con ellos". El miércoles, la congestión alcanzó los dos pulmones. Cuando le preguntan que qué quiere que le digan al Hermano Asistente, él responde: "Que ofrezco mi vida por la prosperidad del Instituto, por su difusión en el Ecuador y porque cese la persecución contra la enseñanza cristiana".

Media hora antes de su muerte, fijó los ojos en un punto determinado de la celda, y se le dibujó en la cara una sonrisa como de gozo profundo, sobrenatural. El hecho se repitió una segunda vez. ¿Qué haría sonreír así, de ese modo, al moribundo en el umbral de la eternidad? Todos los presentes concluyeron que se trató de una visión celestial que precedía a la de la felicidad eterna. Posiblemente se trató de "la linda Señora de traje blanco y manto azul" que volvía a llamarle como aquella vez "junto al rosal" de la casa de Cuenca. Solamente que en esta ocasión, en realidad ella se lo estaba llevando como le dijo cuando niño. Sus últimas palabras fueron: "Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía". Eran casi las dos de la tarde cuando el santo expiró.

Al saberse la noticia en el Ecuador, el Gobierno decreta "luto nacional", y la Iglesia de Dios lanza al vuelo las campanas de San Pedro decretando Día de Gloria.

La hermosa vida del Hermano Miguel ha influenciado maravillosamente en una gran cantidad de jóvenes que año con año toman la importante decisión de ingresar a las filas del lasallismo. Cada vez son más los adolescentes que siguen sus pasos con la bendición del fundador San Juan Bautista de La Salle para transformar a la niñez que tanto los necesita. Para sembrar en ellos la semilla de la fe, de la esperanza y de la caridad, impulsando en sus corazones la devoción y el amor a la Santísima Virgen María.

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